Otro mundo. Extrañamente plano e insultantemente blanco, casi cegador. Así es el salar de Uyuni. Y, por supuesto, inmenso. A una altitud de 3.600 metros, sus 12.000 kilómetros cuadrados lo convierten en el mayor desierto salado del mundo, tanto que es visible desde el espacio (hagan la prueba en Google Maps y observen ese punto blanco del suroeste de Bolivia, allí donde la cordillera andina arquea el subcontinente sudamericano, que no, que no es nieve). Alrededor de 10.000 millones de toneladas de sal, con espesores entre los 2 y 20 metros, se acumularon en el altiplano al secarse el lago Ballivián, mar interior del pleistoceno precedente del actual Titicaca. Aunque la mitología cuenta que la vasta extensión, un pantanal salobre en época de lluvias, se formó cuando la cercana montaña Tunupa (5.400 metros) derramó la leche agria de sus pechos sobre el mundo como venganza por la muerte de su hijo. Quizá las autoridades indígenas bolivianas no teman ahora una nueva represalia del volcán al proyectar la inmediata explotación minera del salar de Uyuni para extraer de su subsuelo parte de la mayor reserva mundial de litio, estimada en 5.000 millones de toneladas, además de boro, potasio y magnesio.
El zumbido del mosquito 
Hola Armando, ¡qué alegría saber de tí! Como sabrás, un amigo común me informó de tus andanzas y reconozco que me das un poco de envidia. Claro que puedes enlazarme, de hecho he decidido hacer lo mismo. Ya sabes que siempre me ha gustado estar «enlazado» contigo, aunque veo que al fin has encontrado una opción mejor que yo. Y encima de la tierra. Por cierto, impresionante ese mundo de sal y esas minas. Me gustó mucho la idea de las Piedras Blanca. Seguiré el vuelo de tu mosquito. Suerte y saludos. Nos vemos en los bares.
Que alivio…pensé que tb nos iban a hechar la culpa a los españoles de secar el lago. Por cierto esa sal tiene un problema,no tiene yodo como la de mar y puede producir bocio su consumo exclusivo…al menos eso leí.